Podemos pensaba que unas segundas Elecciones le serían más favorables que
los resultados del 20D, esa ha sido su estrategia electoral, sin
importarle el sentido del voto coincidente con el del PP en la sesión de
investidura pasada. El secretario de Organización de esta formación piensa y
dice que deberían dimitir todos los analistas políticos externos, obviando que
la mayoría de su cúpula son polítólogos, con mensajitos de amor y “malas
hierbas”. Siguen mirándose el ombligo, con declaración de guerra interna.
Las encuestas no han acertado en nada. Nada de “sorpasso”, nada de presidir
el gobierno desde la izquierda y consiguiente reparto de sillones... Tampoco
resulta sorprendente la práctica desaparición de Izquierda Unida, una vez integrada
en el nuevo/viejo Partido, con lamentos de antiguos líderes de este partido,
entre otras cosas, al elegir el momento de confluencia de estas formaciones,
decidida desde las alturas con la participación de algún jubilado obsesivo.
Repito: la izquierda dividida y la derecha a partir un piñón. Poco o nada
ha cambiado el panorama en seis meses: se ha impuesto el “más
vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, frente a la regeneración necesaria. La
autocrítica brilla por su ausencia y está clara para todos: demasiados
protagonismos.
Esto no funciona, ni con los antiguos ni con los nuevos, y no debemos
perder más tiempo en dar soluciones a los problemas vitales de la gente,
inducidos y heredados. No podemos tener unas Elecciones a cada “dos por tres”,
por la incapacidad de dialogar por quienes tiene la responsabilidad de
gobernar. La gente se cansa. La izquierda social ha alcanzado los 11 millones
de votos, frente a una derecha que se rearma con 7’5 millones de votos. 137
escaños frente a 213. Creo que está claro quién tiene la obligación de dialogar
y llegar a acuerdos para recuperar derechos sociales y abandonar las políticas austericidas de
la derecha europea que tanto daño han hecho a los más desfavorecidos. Si
todavía se pretende recuperar derechos y representar a las clases populares y
ser referente de la sociedad del bienestar, es necesario un giro de la
izquierda hacia la izquierda, guardando las formas. Para
conseguir un verdadero cambio debemos esforzarnos en una alternativa de
progreso, con el liderazgo de una socialdemocracia consolidada y con los
cambios necesarios en sus estructuras, eliminando la patrimonialización de los
partidos por parte de los algunos y, si es posible, sin maniobras orquestales en la oscuridad.
Abran puertas y ventanas y que corra el aire.
Jaén, 30 de junio de 2016
ALFONSO IBÁÑEZ SÁNCHEZ